Lisa se estaba descubriendo, tengo la virtud que ellas me confiesan sus intimidades porque saben de mi sensibilidad…
Me contaba que cuando estaba a solas en su habitación, hacía lo que muchas mujeres hacemos, explorar su sexualidad.
Ella quería ir más allá y saber que sentía cuando la miraban, desde la discreción de la ventana de su habitación, la dejaba entreabierta para ojos curiosos, sabiendo que cada vez que ella miraba de reojo, se cruzaba con otros desconocidos, escondidos y tímidos.
Se empezaba a desnudar sigilosa y lentamente, hacía el calor de una tarde interminable de verano… se desabrochaba la camisa y la dejaba caer quedando desnuda y sus pechos erectos.
Tirada en su cama, jugaba con ellos acariciándolos y pellizcándolos, los mojaba con su saliva y se le erizaba la piel… imaginaba que alguien podría saltar por la ventana a su habitación en aquel momento y quedaría a disposición de la persona intrusa.
Solo pensar, empezó a sentir como le corría su fluido caliente y dulce, que al tacto con su piel, le hacía darse cuenta del calor que sentía en su interior…
Acarició sus labios mojados y cerrando los ojos, sintió como una piel diferente, estaba con ella… le acariciaba suavemente negándose a abrir los ojos para disfrutar de su incertidumbre.
El corazón le latía con intensidad, quién podría estar con ella…? era fruto de su deseo que imaginaba, o realmente estaba con ella? Era tan real que la lengua que le lamía empezaba a tener consistencia, realmente la sentía como tocaba su clítoris y bebía los fluidos, cada vez más abundantes…
Era mágico, vivencial, intenso imaginario o real… no se pudo resistir y finalmente abrió sus ojos, y sí! Alli estaba, la instrusa era presente, su vecina, que cada día la miraba escondida, se decidió a sucumbir a su provocación saltando por el voladizo de su ventana indiscreta y entrando sigilosamente a su habitación, cogiendo el testigo de tanta provocación y deseo…