A oscuras...

Llevábamos semanas chateando, primero en la red, después en Telegram…

Hacía falta esa atmósfera de confianza, de descubrimiento personal, él buscaba poseer mi mente, descubrir mis límites, era muy audaz y persuasivo. Sabía qué preguntar para satisfacer su ansia de posesión. Era implacable, seductor… Habíamos aceptado el juego, era arriesgado, pero eso lo hacía inquietante y emocionante. Aún, después de semanas, no habíamos cruzado ni una foto, ni sabía de su voz, ni sus manos… si era gordo o calvo, atractivo, daba igual… era tal la fascinación de nuestras mentes que el físico era sólo el cuerpo que las transportaba… Llegados a este punto, la confianza era ciega. el juego había cogido su máxima dimensión, nos confesábamos las más bellas, tórridas y perversas fantasías. Cada noche, dos horas alimentando nuestro deseo… Hasta que llegó la proposición… sentirnos… Si, sentirnos, nada de vernos.

Manual de la perversidad; ¡condiciones del juego!

Una tarde de habitación de hotel, a oscuras, él sube a la habitación, se desnuda, estirado en la cama, esperándome. Yo llego, la puerta está entreabierta, entro a oscuras, previamente me envía una foto de la habitación, claro… Durante el trayecto al hotel, voy hiperventilando de la aventura que estoy a punto de vivir… no conozco, no sé cómo es, solo a su mente… enamorada de sus fantasías y de las mías. una entrega absoluta al placer, la seducción y al morbo. Completamente a oscuras, llego a la cómoda de la habitación, ni un hola, cumpliendo con plan marcado, en silencio empiezo a desnudarme, poco a poco toda mi ropa… sin prisa,  saboreando cada movimiento, sabía que ese instante no se volvería a repetir nunca más… Me deslicé hasta que le sentí, mi respiración se aceleró al instante, mi corazón iba a estallar, me tumbe a su lado, cogió mi cara con sus manos y sus primeras palabras fueron “tranquila, todo está bien, respira, tranquila” y me besó en la frente…  le empecé a palpar su cara, su pelo, sus orejas… perfilábamos el rostro con la yema de los dedos… rozamos nuestros labios, nos olimos y poco a poco fuimos acercando nuestros cuerpos desnudos…

Nuestra fantasía hecha realidad…

Nuestra fantasía hecha realidad rompiendo ese momento mágico qua habíamos creado con nuestras palabras… empezaron a llegar a mi mente los miles de mensajes que habíamos cruzado, Estábamos hechos de bytes y letras… era extraordinario, ¡sabía que era único y que jamás se volvería a repetir! Nos entregamos a los sentidos, al tacto de nuestra piel suave y cuerpos perfectos, al olfato de nuestros aromas, al oído con tiernos susurros, al gusto de los fluidos que la excitación nos provocaba… Menos al de la vista… nos amamos a nuestra manera tan animal y seductora a la vez, y sobrevivimos a la tentación de saber quién era él, quien era yo… una tarde para no olvidar…